domingo, 3 de marzo de 2013

Recuerdos del pasado

El descorchar de una botella. Las conversaciones circulando entre los clientes. El sonido de las cartas al golpear la mesa. Sillas chirriando al ser apartadas. Gritos de gente llamando al camarero por alguna bebida. El tintineo de la puerta de entrada dando paso a nuevos clientes. El chocar de las bolas de billar entre si cuando se rompe el triángulo. El golpeteo amortiguado de los dardos contra la diana. Eran los ruidos habituales en un bar. Estaba tan acostumbrado a ellos que hacía tiempo que se había olvidado de ellos. Sólo era capaz de escuchar el golpeteo de los hielos de su vaso de wisky. En cuanto ella salió de la tienda acudió al bar. Necesitaba desahogarse. El sonido de pasos acercándose a él le hizo alzar la cabeza. Delante se encontraba el barman. Un hombre un poco mayor que él. Pelo marrón a juego con sus ojos. Llevaba en la mano una botella de su bebida favorita. Rellenó el vaso y se sentó frente a él.
-¿Y bien? ¿A quien has cabreado esta vez?-su voz le llegaba algo lejana. Pero no pudo evitar reírse ante su comentario.
-¿Que te hace pensar que e cabreado a alguien?-
-El rojo de tu mejilla por ejemplo. Que yo sepa tus gustos no han cambiado ¿O si?- le lanzó una mirada torva, sin ganas de bromas.- soy todo oídos, cuentame.
Se tocó por inercia la mejilla. Todavía le dolía de la bofetada que ella le había dado. Por su culpa ahora si que sentía el dolor.
-Cabreé a una mujer-respondió escueto.
-Eso lo intuía, no creo que te dejaras pegar por un tío. Y tampoco creo que te dieran una bofetada en caso de que lo hicieran ¿Que hiciste?
-¿Por que tienes tanta curiosidad Conor?-
-No es curiosidad, te conozco desde infantil. Sólo te e visto venir a este bar por un motivo. Si has vuelto aquí, es por algo.
Tenía razón. No sabía cuanta. Hizo una mueca evitando que sus recuerdos afloraran. No le gustaba recordar esa parte de su vida. Sabía que no podría olvidarla jamás, pero eso no significaba que quisiera recordarlo. Cuanto mas tiempo estuviera lejos de sus pensamientos mucho mejor.
-Se trata de la hermana de Risa. Ayer llegó a casa empapada, cuando fui a por ropa para que se cambiara la encontré llorando-comentó.
-¿Preguntaste que la pasaba?- preguntó el moreno. Conocía muy bien a Hunter. El no te iba a dar mas información de la necesaria. Si no hacías las preguntas correctas acabarías por no enterarte de nada. Era reservado en ese sentido. Un poco de bebida podía soltarle la lengua. Pero ni así conseguirías que te contara algo que no quería. Sólo de recordar el punto al que llegó para que se lo contara... Meneó levemente la cabeza, poniendo toda su atención en la conversación.
-No-el moreno esperó pacientemente a que continuara.-la metí debajo de la ducha y encendí el grifo-
-¿Que hiciste que?-no se lo podía creer - ¿por que?
-No me conocía de nada. Nadie se siente cómodo llorando delante de gente que conoce, así que imaginate de gente que no conoce. Simplemente la dije que se lavara bien la cara de jabón que tenía los ojos rojos por eso-contestó. No era tan insensible como para meterla debajo del grifo sin motivo alguno.-Luego me fui a la cama. Y por la mañana cuando Risa llegó le dije que su hermana estaba en su habitación. Yo me puse los cascos y me desentendí de todos mientras desayunaba. ¿Qué?-preguntó al ver la sonrisa cómplice que Conor le estaba echando.
-¿De que te enteraste en el desayuno?-
-No me enteré de nada, tenía los cascos puestos ¿Recuerdas?- dio un largo trago al wisky para no tener que mirarle.
-Hunter....-
-La leí los labios. Me enteré de lo que la pasaba-contestó a regañadientes mirando el suelo. Por ello no vio venir el golpe que recibió en la cabeza- ¡Ay! Joder, ¿Que te crees que haces?-se frotó la zona dolorida con las dos manos mientras le miraba. Buscando con que le había atizado. No tardó mucho en encontrarlo. Le había fustigado la cabeza con un trapo.
-De todas las cosas estúpidas que has echo en tu vida, esta es una de las mas importantes ¿Cómo se te ocurrió meterte en donde no te llamaban?-gruño.
-¡Eh! No es culpa mía. Ella sabía que estaba ahí, no es culpa mía que no esperase-refunfuñó. Esquivó por los pelos el siguiente golpe.
-Shizuru también te lo habría contado estando otra persona delante si esta llevara los cascos como tu. La famosa falsa seguridad. Necesitan desahogarse. No hay mucha gente que pueda leer los labios, se sintió segura al verte con los cascos puestos.
Apretó con fuerza el vaso convirtiendo en un puño la mano libre.
-No son iguales-contestó bajando el tono. Se mantuvieron la mirada durante unos minutos. La del moreno impasible, la del pelinegro totalmente desolada.
-Pero la has tratado igual ¿Verdad?-preguntó el moreno rellenando su vaso.
Hunter negó con la cabeza con vehemencia y velocidad apretando los labios.
-No es lo mismo, no les a pasado lo mismo. Lo de esta chica, los patrones se parecen. pero nada más.-contestó girando el vaso de nuevo entre sus dedos nervioso.-no la e tratado igual. Ni por asomo.
 "Era como volver a la terapia"  pensó para si mismo. Pero más entretenido, aquí podía beber y nublar su vista, olvidando la conversación a la mañana siguiente por la cantidad de alcohol ingerida. En las terapias no. Odió tener que tumbarse en una de esas sillas reclinables y responder a las preguntas de una persona que no le conocía de nada. Que le prejudicaba por todo lo que había echo o dicho. Haciéndole preguntas y mas preguntas. Sin responder a ninguna.
-Cuéntamelo, y entonces te diré mi opinión.-levantó la mano al ver que iba a hablar-me importa una mierda lo que digas, no eres ni serás imparcial si esta pasando lo que me temo. Así que comienza ha hablar.
Hunter miró a su interlocutor durante mucho tiempo. No quería hablar de ello. Quería beber y emborracharse y olvidarse de todo hasta el día siguiente. O eso pensaba. Muy en el fondo, sabía por que había venido. Conor le escucharía sin juzgarle, dándole su opinión. Sin contestarle con preguntas. Dándole su forma de ver las cosas. "Si me hubiera dado su opinión antes, quizás..." dejó el pensamiento inconcluso.
Respiró hondo antes de beber de un trago lo que le quedaba de wisky y comenzó a contárselo.
Se frotó los ojos para recordar todos los detalles a pesar del embotamiento general de su cerebro. Agradeció mentalmente a Conor que no le interrumpiera mientras hablaba. Era de las pocas personas que sabían escuchar. Su mano derecha jugueteaba inconscientemente con la cadena que llevaba al cuello. Algo de lo que el moreno se dio cuenta. Sólo con eso, tenía una idea de su estado de ánimo.
-Como has podido comprobar no tiene nada que ver. Son cuestiones totalmente diferentes-dio por terminada la explicación con esa última frase.
-Puede que tengas razón-al escuchar esas palabras Hunter comenzó a relajarse. Él tenía razón, no era lo mismo-la única diferencia es el nombre de las chicas y de los agresores, y que ella tiene una hermana que cuide de ella o lo intente. en cambio Shizuru tenía un hermano y a sus padres.-murmuró mientras abría una cerveza.
-Maldita sea Conor-gruño golpeando la barra-Ella no es Shizuru, no se parecen en nada.
-¿No? Maltrato psicológico.-el pelinegro apretó las manos con fuerza-es lo mismo que le pasó a ella.
-A ella le pasaron mas cosas-susurró con la voz ronca.
-Cierto. Y precisamente por eso la seguiste. Temes. Temes que vaya a más igual que con Shizuru. Y para redimirte, intentas hacer por esa chica lo que no hiciste por ella.
Se levantó como un rayo del taburete y agarró a Conor por la camisa acercándolo a si mismo.
-¡No me jodas! ¡Lo sabes! ¡Sabes que removí hasta las piedras para protegerla!-le gritó sin soltarle. Todo el bar se quedó en silencio. Observando la escena. Varios hombres de las mesas se levantaron, dispuesto a ayudar al barman. El moreno levantó la mano haciendo que volvieran a sentarse. Cuando comprobó que le habían echo caso. Miró de nuevo a su exaltado interlocutor. Incluso con la poca luz podía ver el agua en los ojos azules de Hunter.
-Soy consciente de eso Hunter.-apoyó las manos en sus hombros. Ejerciendo la presión justa para que volviera a sentarse.-pero sigues culpándote. Y quieres ayudarla pensando que de esa manera dejarás de culparte.-poco a poco aflojó el agarre sobre su camiseta hasta dejar caer la mano en la barra. Escuchando atentamente-cálmate. Piensa fríamente ¿Quieres ayudarla? Perfecto. Adelante. Pero no hieras sus sentimientos siendo brusco. Hay otras formas de hacer que alguien recupere su confianza en si mismo. Pero primero, debes recuperar la tuya. Si no, no podrás ayudar a nadie.-retiró su vaso de la mesa dándole a entender que no pensaba darle mas wisky. Ya había bebido suficiente.
Salió a la calle abrochando bien la cazadora, repasando la conversación poco a poco. Mirándola desde todos los ángulos. Mantuvo su cabeza ocupada todo el camino de vuelta a casa. Subió las escaleras y abrió la puerta. Al encender la luz del pasillo un sonido de molestia llegó a sus oídos, y tan pronto como lo escuchó le dio al interruptor para volver a apagarla. Se quedó quieto escuchando movimiento en el salón.
Intentando no hacer ruido se acercó hasta allí. No le llevó mucho tiempo. Después de todo, era su casa. Se la conocía como a su propia mano.
Había un bulto en el sofá. Arrebujado. Pudo ver los mechones de pelo negro por la claridad que se filtraba de la persiana. Day ¿Que hacía en el sofá? Sus pies se movieron hasta pegarse al reposa brazos quedandose quieto para observarla. Volviendo a pensar en todo lo sucedido hacía ya siete años. Y en el parecido con lo que la pasaba a ella ¿Cómo era posible que volvieran a la superficie todas esas emociones enterradas hacía tanto tiempo por una sola persona? con lo que le había costado guardarlas en un rincón de su mente. Recogió la manta que tenía a sus pies y la tapó con ella hasta la barbilla. La apartó el pelo con delicadeza. Allí arrodillado a su lado observándola. Se quedó de esa manera un rato, buscando algún parecido con Shizuru. Pero no hubo forma. SE fue a la cocina algo frustrado y encendió la luz de la mampara. Encima de la vitro había un plato de comida envuelto en plástico y una nota:
"Calientalo en el microhondas unos minutos, no te lo comas frío. Se nos hizo tarde y Eddie y yo nos quedamos a dormir. Day se negó a que la cediéramos la cama y tampoco quiso entrar en la tuya, así que esta en el salón. Como y vete a la cama Hunter, mañana lo verás todo de forma diferente.

Risa."






jueves, 21 de febrero de 2013

Abriendo los ojos a la realidad

-Vamos arriba-susurraba Jake cerca de su oído. Gruño en voz baja mientras se arrebujaba un poco mas en la cama.-no me obligues a despertarte-depositó un beso en su frente mientras se deslizaba fuera de la cama.
Remoloneó un poco más hasta que no la quedó mas remedio que levantarse. No tenían que trabajar ese día, pero él había insistido en que tenían que levantarse pronto. Se vistió y bajó las escaleras hasta la cocina, siguiendo un rico olor. Nada mas llegar se encontró con sus ojos verdes observandola. Una calidez inexplicable recorrió su cuerpo. Sonrió sin poder evitarlo.
-¿A que viene tanto secretismo?-preguntó mientras se preparaba una taza de café.
-Ya lo verás,-sintió unas palmadas en la cabeza- no hagas tantas preguntas.
-Sabes que no me gustan las sorpresas-tomó un trago del café sentándose a su lado y apoyando la cabeza en su hombro.
-¿A que al final te quedas sin saberlo?-alzó una ceja mirándola burlonamente.
-No amenaces, que sabes que acabarás....

El ruido de la puerta de su habitación al abrirse la sobresaltó haciendo que saltara practicamente hasta sentarse.
-Day-susurró una voz conocida-Hunter me dijo que habías venido ayer, ¿Que a pasado esta vez?-tardó un poco de tiempo en reconocer la voz de su hermana. Llevaba el pelo rubio recogido en una cola de caballo.Con la luz que entraba por la puerta pudo ver sus ojos marrones clavados en ella. Se arrastró por al cama y la abrazó con fuerza, dejandose llevar por la tristeza. Risa se quedó callada abrazándola, sin decir nada. Conocía bien a su hermana, tenía que haber ocurrido algo malo para que estuviera así.
No supo cuanto tiempo estuvo llorando. Intentando limpiar a través de las lágrimas todas las emociones que Jake la había echo sentir. Alegría,calidez, felicidad, el sentirse querida.
Cuando se calmó, salieron a la cocina y se sentaron. Hunter estaba sentado con los cascos puestos en una de las sillas de la barra y junto a él había otro hombre, alto de pelo negro y ojos verdes. Sonrió amablemente a Day y les dio una taza caliente de café a cada una antes de sentarse y escuchar.
-Gracias Eddie-dijeron casi a la vez las hermanas. Risa cogió la taza y le dio varios sorbos cortos, en cambio Day puso las manos a su alrededor y lo olió. El aroma del café recién hecho la relajaba.
Cuando terminó de contarle la historia a su hermana, la paciencia de Risa hacía tiempo que había desaparecido. Estaba dando vueltas de un lado a otro, sacando a relucir el mayor repertorio de insultos que la había escuchado en toda su vida. Day no dijo nada. Se mordió el carrillo para evitar llorar de nuevo.
-Lo voy a matar-gruñía Risa.
-Venga cariño, intenta relajarte.-Eddie intentaba hacer que se calmara.
-¿!Que me relaje!?-gritó-¿Cómo voy a relajarme sabiendo lo que ese capullo le a hecho a mi hermana?
-¿Que conseguirías matándolo?-saltó Hunter. Sorprendiendo a todos.
-¿Has escuchado la conversación?-interrogó Day poniendo una mueca. Se lo había contado por que él tenía los cascos y no podría enterarse.
-No, pero con sus gritos ni poniendo la música a todo volumen sería capaz de no escucharla-respondió apagando el aparato-¿Y bien? ¿Qué consigues matándolo?-clavó sus oscuros ojos sobre Risa.
-Quedarme mas a gusto-le gruño.
-Vale, a parte de ir a la cárcel y arruinar tu boda ¿Crées que ella olvidará aquello que él le haya echo?-Risa le fulminó con la mirada y le ignoró, dirigiendo su atención a su hermana.
-Te vienes con Eddie y conmigo...
-Me niego-la interrumpió.
-Pero si no sabes que voy a decir-refunfuñó arrugando el ceño.
-Claro que lo se. No voy ha ayudaros con los preparativos, bastante tengo con ponerme uno de esos vestidos de dama de honor. Te quiero mucho y aprecio tu gesto, pero os las arregláis sólos-comentó.-yo me quedo aquí.
-No voy a dejarte sola.
Hunter la miró incrédulo.
-Vaya, no sabía que acabara de dejar de existir.-
-No me refiero a eso, pero no eres el mejor compañero-argumentó Risa-
-Lo estas arreglando bonita-
-Hunter-apaciguó Eddie-no sueles tener mucha paciencia, no lo dice por que seas una mala compañía.
-¿Hola? Sigo aquí y puedo oíros. no necesito niñera.-tres pares de ojos se posaron en ella. Unos preocupados por su estado de ánimo, otros preguntándose si realmente se sentía tan bien como aparentaba y otros directamente escépticos, sin creerse una sola palabra de lo que estaba diciendo.
Terminó el café de una sola vez, dejándolo en el fregadero sin mirarlos. Odiaba ese escrutinio.
-Te cojo las llaves hermanita, luego nos vemos-cogió la ropa seca del tendedero-aunque no recordaba haberlo dejado allí en ningún momento-y se metió en la habitación para cambiarse. Recogió el bolso y la chaqueta.
-Hasta luego-le dio un beso en la mejilla a Risa y a Eddie. Hunter había desaparecido en el interior de su habitación. Bajó las escaleras de dos en dos con una idea fija. Ir de compras, no podía llevar la misma ropa todos los días y la de su hermana le quedaba pequeña. Tampoco pensaba utilizar la ropa de él para dormir. Agradecía su amabilidad, pero pasaba.
Sacó el mp3 del bolso y se lo colocó mientras echaba a andar por la calle. Se giró por reflejo al escuchar el claxon de un coche.
-¿Te llevo a alguna parte?- dijo una voz conocida desde un Suzuki negro aparcado al otro lado de la acera.
-¿Que haces aquí fuera?-interrogó Day.Tenía el pelo negro revuelvo. Sus ojos estaban cubiertos por unas gafas de sol. Pero no necesitaba verlos para saber su color. Oscuros.
-Yo tampoco aguanto a esos dos, así que sube. Te llevaré a donde quieras ir-quitó el seguro del coche mientras subía la ventanilla y esperó. Hunter no la dejaría irse sola a ninguna parte en esas condiciones. Era cierto que no era el mejor compañero para ir de compras. Pero creía que era mejor su compañía que la soledad.
En cuanto se puso el cinturón se incorporó a la carretera.
-¿Y bien? ¿a donde la llevo señorita?-
-Hay una tienda de deporte a tres manzanas de aquí. Tengo que comprar algo de ropa.
-Puedes ponerte la mía por un tiempo-contestó sin apartar la vista de la carretera.
 -Gracias pero... no. No voy a usar la ropa de nadie-apoyó la cabeza contra el cristal. Observando a las personas, los animales, los pequeños detalles. Queriendo verlo todo. Sin que el mundo la engañara. Sin que nadie mas volviera ha hacerla daño.
Su mente se hundió en la marea de recuerdos que tenía de Jake. Fue arrastrada a ese pequeño rincón de su mente que aún le pertenecía. Llevaba años con él. La universidad había sido el lugar donde se conocieron. Esa sonrisa, su voz, esos ojos verdes en los que podías leer todas y cada una de sus emociones como en un libro. Era triste ver que en un instante, todo aquello en lo que habías creído. Aquello que das por echo. Se rompe en unos segundos. Como el papel.
Estuvieron bastante tiempo en la tienda. Ella mirando cosas y él arrugando el ceño cada vez que la veía coger una prenda demasiado holgada. Su ceño se convirtió en algo permanente. Él no entendía por que quería esconderse debajo de la ropa. Tenía buen cuerpo. Con curvas definidas, nada exageradas. El contraste de su pelo negro con sus ojos verdes era impresionante. A mas de uno se le caería la baba si les miraba con una sonrisa. ¿Por qué se tapaba tanto? ¿Tenía cicatrices? ¿quemaduras? No lo sabía. Por su mente pasó otra idea que le hirvio la sangre. Se acercó a ella y le arrebató una camiseta de las manos con brusquedad. Se miraron durante un rato. Él intentando entenderla, buscando en sus ojos la respuesta a su pregunta. Queriendo saber. Ella confusa.
-¿Por que te compras ropas cuatro veces mas grande que tu?-
-Pues, por que es cómoda-alejó la prenda de sus manos al ver que intentaba alcanzarla de nuevo.
-La ropa es cómoda si es una talla grande. No cuatro. Esto-levantó la prenda y se la colocó por encima.-incluso a mi me queda grande. No pareces consciente de ello.
-Es cómoda la ropa holgada, aunque sea muy holgada-añadió al ver su rostro.-además a ti que mas te da. Es un hábito mío.
-¿Hábito?-
-Si-cogió otra camiseta de otro montón ya que no podía arrebatarle la que había visto y se puso a buscar una talla grande-lo hago con toda la ropa. -levantó la vista para pedirle la camiseta pero se quedó callada al ver su expresión. La miró de arriba a abajo. Como un radar. El abrigo desabrochado estaba sobre sus hombros dejando ver debajo una camisa azul y un pantalón vaquero. Como ella misma había dicho. No era su talla. Era menos exagerado que con la ropa de deporte. Sin llegar a quedarle mal, pero tampoco todo lo bien que podría llegar a estar. No se había dado cuenta cuando la vio por primera vez. El agua le había pegado la ropa al cuerpo. Por eso sabía como era.
-¿Desde hace cuanto haces esto?-preguntó.
-Desde......-no sabía exactamente desde hacía cuando. Quizás...¿tres años? ¿dos? No estaba segura.-pues un tiempo. No te se decir con exactitud.
-¿Jake no te decía nada?-se dio cuenta demasiado tarde de que acababa de meter la pata. Pero no pudo morderse la lengua.
Se lo quedó mirando. Observando escrutadoramente con sus ojos verdes. Supo el momento exacto en el que relacionó las cosas. Sus manos se cerraron en puños. Su lenguaje corporal cambió del inmediato. Estaba totalmente tensa.
-Estuviste escuchando-gruño intentando no levantar la voz.
-Técnicamente no escuché. Solamente leí vuestros labios-se explicó.
-Aún así. No estabas invitado a la conversación- todas las personas del local se giraron en su dirección. Sobresaltados por el arrebato. Se acercó a ella despacio inclinándose para estar a la altura de su oído.
-Mira, no me grites. Si no querías que me enterara, entonces no haberte puesto ha hablar delante de mi. De todas formas-se adelantó antes de que pudiera decir nada-compra la ropa y salgamos de la tienda. Te dejaré gritarme después.
Se quedó apoyado contra el coche mientras esperaba. No conocía mucho a esa chica, pero si conocía a su hermana. Se cabreaba con mucha facilidad, pero se le pasaba pronto. Esperaba que a ella le pasara lo mismo. Si no tendría un problema para conseguir lo que quería.
Ambos subieron al coche sin decir una sola palabra. Cada uno sumido en sus propios pensamientos. Prefería no molestarla. No le importaba el silencio. Es mas. Le gustaba. No necesitaba rellenar con conversaciones absurdas los momentos de silencio. Para él eran de los mas preciados. Aparcó el coche en uno de los parques al aire libre. Fue en ese momento que registró el camino y se dio cuanta de que estaban en uno de los centros comerciales.
-¿Que hacemos aquí?-
-Vamos a comprarte ropa de tu talla. Pienso quemar esa en cuanto te la quites-salieron del coche y entraron en la primera tienda. Se desplazó por cada uno de los stans y los percheros. Buscando ropa y preguntándola si le gustaba o no. Cuando la arrastró hasta el probador haciendo caso omiso de todas sus quejas, llevaba al menos siete prendas.
-Te e dicho que no me lo voy a comprar. Es demasiado justo.
-Mira, e visto tus fotos de la universidad. Tu hermana es muy parlanchina. Y la chica que vi en esas fotos llevaba ropa casi mas ajustada que todo esto-contestó sin inmutarse.
-Eso es diferente, la gente cambia-le gruño. Estaba empezando a odiar a su hermana.
-Cambiar, la gente cambia de aspecto, de forma de pensar. Pero no cambia a ponerse tres tallas mas de ropa de la noche a la mañana.-movió sus manos hasta su cuerpo colocándolas en sus caderas. Los pulgares estaban sobre su vientre, mientras los demás dedos descansaban en su espalda.-creo que ambos acabamos de comprobar que no estas gorda. Me juego el cuello a que ese pedazo de cerdo fue el primero que te compró algo que te quedaba grande ¿me equivoco?-la dejó tiempo para responder. Sólo se escuchó el silencio-genial. Me lo tomo como un si ¿sabes porque te regaló algo que te quedaba grande?
Casi no escuchó su pregunta. El recuerdo de su segundo cumpleaños juntos la asaltó. Había reservado en un restaurante en el centro. Muy bonito. La había ido a buscar al salir del trabajo para llevarla allí en plan sorpresa y cenar juntos por su cumpleaños. Su regalo fue una camiseta de la talla XL. Le preguntó por el tique para poder descambiarlo por algo mas pequeño. Jake simplemente se rió y le dijo que no era necesario, que estaría muy guapa con el. Aun que le quedara grande. Desde entonces, siempre que al veía con algo ajustado arrugaba un poco el ceño. Hasta que cambió su estilo.
-¿Por que?
-Para mantenerte oculta a los ojos de cualquier otro hombre. Piensalo. No tendría que preocuparse por que te tiraran los tejos, ni que llegaras tarde a casa por que te invitaran a tomar algo al salir del trabajo, ni en los viajes de negocios, en los que estarías rodeada de otros hombres. Si te vestías con ropa holgada, nadie se fijaría en ti. Los que te conocían pensarían que al asentarte habrías engordado y que lo intentarías ocultar. Los que no te conocieran-se encogió de hombros- no te mirarían mas de una vez.-apretó con fuerza su cuerpo, intentando relajarla. Podía ver el efecto que estaba causando. pero era demasiado tarde, tenía que decirlo-si nadie te tentaba no te irías de su lado. Ese era su objetivo.


I'm not a toy

jueves, 7 de febrero de 2013

El ronroneo de motor al arrancar la alegró sobremanera.
-Calefacción~-canturreó dándole a los botones. El reloj del salpicadero marcaba las 10 de la noche, casi casi la misma temperatura, pero quitándole el cero y poniendo un menos delante. La nieve había cuajado a lo largo del día en las aceras y carreteras. Casi se cae dos veces al ir del trabajo a almorzar y al volver. Suspiró mientras colocaba las manos en los calefactores, esperando que el hielo del parabrisas desapareciera con el calor y poder marcharse a casa al fin. Podía ver la nieve caer a través de las ventanas.
A ella siempre le había gustado, disfrutaba jugando con ella entre los dedos. Su novio era otro cantar. tenía que convencerle para salir a hacer muñecos de nieve o para jugar a guerras de bolas de nieve, aunque siempre perdía ella. Sus tripas rugieron ruidosamente recordándola que no había cenado todavía. Se preguntaba que la habría dejado preparado para cenar, o si la estaría esperando. Sonrió ante la perspectiva de verlo. Por suerte comenzaba el finde semana y ninguno de los dos trabajaba en esas fechas. Se acercaba la Navidad y las compras, e iban algo retrasados. Todavía no le había comprado nada a nadie, y eso era muy malo.
Se concentró en el camino helado que tenía por delante en cuanto salió del aparcamiento con el parabrisas totalmente seco. Le tenía respeto a los coches, sobre todo con las inclemencias del tiempo. No sabía a que temía más. Por suerte, había colocado las cadenas por si las moscas. Giró a la derecha en la primera rotonda, acercándose al centro de la cuidad. Era pequeñita pero acogedora. Además la nieve le daba un aire navideño a la ciudad. Esperó pacientemente en la cola que se había formado por un coche en medio de la calzada con dificultades para avanzar. No entendía por que la gente se exasperaba tanto al tener que esperar, después de todo era mejor llegar tarde que no llegar. Pasó al lado del coche averiado mirando de reojo con curiosidad para ver el problema. Las ruedas, estaban mojadas y patinaban totalmente sobre el hielo. Era una lástima, alguien que tendrá que ir andando pensó mientras giraba a la izquierda para poder meterse en el aparcamiento y resguardarse del frío por fin. Aparcó en la plaza con cuidado, puso el freno de mano y sacó las llaves del contacto. Desabrochó su cinturón mientras se giraba para coger el bolso y el portátil. Cerró el coche nada mas salir mientras se dirigía al ascensor rebuscando en el bolso las llaves de casa. Siempre olvidaba en que ranura las había colocado. Entró en el ascensor sin mirar y pulsó el botón del cuarto piso. Sonrió al ver su reflejo en el espejo. Tenía el cabello ligeramente mojado por la nieve que tenía sobre la cabeza, se entretuvo quitándola de encima y colocándose un poco en pelo hasta escuchar el característico sonido del ascensor haciendo su parada en el piso correcto. Recorrió el pasillo sin molestarse en colgárselas los bártulos al hombro ni de encender la luz. Metió la llave en la cerradura dándole una vuelta y empujó para que se abriera. Se dio prácticamente de bruces contra ella. Le resultaba extraño, normalmente siempre que uno de los dos no hubiese llegado a casa la dejaban a medio trancar, sólo con una vuelta en vez de dos. Era más cómodo. Lo dejó correr mientras entraba y encendía la luz.
-Ya estoy en casa ¿Qe hay para cenar?-preguntó dejando las llaves en el mueble de la entrada. Era una casa espaciosa. Con un pasillo nada mas entrar, y otro hacia al derecha en forma de "L". Al terminar el pasillo a al derecha estaba el salón y a la izquierda la cocina. Tapada por las escaleras hacia el piso superior desde donde se escuchaba ruido.
-Jake-llamó mientras se acercaba para subir las escaleras-¿Estas dormido?-se empezó a  escuchar cada vez mas ruido proveniente de la habitación del fondo. Apenas había dado un par de pasos cuando un gemido la detuvo en seco. Su cuerpo se negaba a moverse. No era Jake, aun que el siguiente si que lo fue.
Sus pies se movieron hasta la puerta, mientras su cabeza comenzaba ha hacerse una idea de lo que estaba sucediendo dentro. No se lo pensó don veces, abrió la puerta de golpe y encendió la luz sobresaltando a los que se encontraban en ella.
-¿Day? ¿No salías mas tarde?-la voz jadeante de Jake le llegó lejana a sus oídos. Observó como una mujer se cubría con las sábanas de su cama hasta arriba, avergonzada, el se encontraba a su lado, apoyado sobre su codo.
-¿Tendría que haberte avisado para que pudieras haber terminado la faena?-interrogó sin inflexión en la voz.
-No-murmuró claramente nervioso mientras se incorporaba. Extendió su mano hacia el  suelo, buscando algo.-no quería decir eso, yo.. escucha, no es lo que parece, de verdad...
Ni siquiera le escuchó. No quería hablar, ni que se acercara como era su intención. Se giró sobre sus talones apagando la luz y cerrando la puerta. Bajó las escaleras haciendo caso omiso de sus palabras. Deshizo el camino andado con su bolso y el portátil y salió de allí a toda velocidad. La nieve la recibió al salir a la calle. No se paró a pensar la dirección en la que ir, sus pies decidieron por ella mientras su mente repasaba una y otra vez la escena. Esa mujer en su casa, en la cama de ambos, el sobre ella.Por su mente rondaron un sin fin de preguntas, todas ellas sin respuesta ¿Quién era? ¿Por que él? ¿desde cuando ocurría esto?.
No era consciente de cuanto tiempo había pasado. Ni siquiera sabía a donde estaba yendo cuando sus pasos se detuvieron. Fue entonces cuando comenzó a pensar de nuevo. Estaba en el descansillo de un edificio. Delante de uno de los pisos. Resguardada de la nieve. Agachó la cabeza para observar el felpudo. marrón y desaliñado como todos los demás. Común y corriente, pero a la vez diferente. En una de las esquinas había varias palabras escritas. "A veces lo común es la mejor elección". Una sensación cálida le recorrió el cuerpo, calentándola. Conocía ese felpudo. Se lo había regalado ella a la persona que vivía en esa casa. No se lo pensó. Estiró el brazo y llamó al timbre. Se escuchó al voz de un hombre desde el otro lado, cosa que no le pareció extraño. su hermana estaba prometida y vivía con él. Esperó pacientemente escuchando el ruido de pisadas acercándose a la puerta. El picaporte giró y la puerta se abrió hacia adentro. Abrió los ojos por la sorpresa. La persona que tenía delante se apoyó en el quicio de la puerta, sin dejar ver el interior de la casa. Tenía el pelo mojado, varios mechones de pelo negro le caían por la frente dejando rastros de agua a su paso. Llevaba una toalla al cuello con la que probablemente se estaría secando hasta que ella le interrumpió. Recorrió con la vista la piel de su pecho descendiendo hasta el pantalón vaquero que llevaba. Estaba desabrochado, dejando ver el principio de sus boxers.
Volvió a realizar el camino inverso hasta llegar a su rostro.
-Tu no eres Eddie-susurró.
-Enhorabuena Einstein-comentó el alzando una ceja. La estudió con la mirada de arriba abajo-diría que eres la hermana de Risa ¿Me equivoco?-negó con la cabeza-vale, entra. Ella no llegará hasta mañana, puedes esperarla aquí-se hizo a un lado pero ella se quedó donde estaba.
-No pasa nada, la puedo esperar en otro sitio. siento haberte molestado-comentó a punto de darse la vuelta.
Se acercó a ella y la agarró de la muñeca tirando de ella para que entrara.
-Con las pintas que tienes, no me creo que tengas ningún sitio para esperarla-al ver la cara interrogante de la chica la señaló con el dedo-¿te has dado una ducha con la ropa puesta?
-No ¿por que..-se quedó callada al notar el pelo pegado a la cara. No se había dado cuenta.
-Me parecía.-la llevó hasta el salón y la sentó-quitate el abrigo, te traeré algo de ropa.-ella no le miró. Comenzó a desabrochar los botones del abrigo cuando sintió peso sobre su cabeza. Una toalla. Se giró para darle las gracias pero ya se había ido. Cuando colocó el abrigo en algún lugar donde no estropeara nada se volvió a sentar. Comenzó a mover la toalla para secarse el pelo, despacio.

Las perchas del armario se desplazaban con velocidad sobre los rieles mientras el chico buscaba algo que la pudiera valer en la habitación de Risa. Suspiró frustrado. Con un simple vistazo a las camisas de la chica se notaba que no la valdrían ni por asomo. No tenían la misma complexión. Salió de la habitación y fue directo a la suya a por unos pantalones y una camisa. Aun que la quedase grande serviría. Salió con las prendas en la mano pero se quedó callado al llegar al salón. Le había echo caso. Pero estaba encorvada. Con las manos pegadas a la toalla sobre su rostro. Su cuerpo se estremecía levemente. De entre la toalla se escuchaban pequeños sollozos. Se la quedó mirando por un rato. Si le contaba a alguien lo sucedido no se lo creerían. Su intención era ser hospitalario con la hermana de su compañera de piso, no ser su pañuelo. Frunció el ceño. Regresó sobre sus pasos hasta llegar al baño y dejó allí la ropa seca. Abrió la mampara y enchufó el grifo. El agua salía helada. Sonrió para si mismo. Regresó al salón y la cogió en brazos.
-¿eh?-la escuchó murmurar mientras alejaba la toalla de su rostro para ver mejor.Los tenía hinchados del llanto. Entró con ella en el baño y supo el instante en el que adivinó sus intenciones. pero fue demasiado tarde. Se inclinó en la bañera dejando que el agua le callera encima. Al ver que se pegaba a él para que no la tocara el agua metió la cabeza debajo del grifo el también. Escuchó sus gritos y sus increpaciones, pero no le importó. La dejó en el suelo de la bañera y se apartó. Movió la cabeza a los lados para eliminar el exceso de agua.
-A tu derecha tienes el champú, la esponja y el gel-comentó-te recomiendo una ducha. Y ten cuidado de que no te entre más jabón en los ojos, se te incharán más.
Se quedó callada en ese instante, comprendiendo sus intenciones. Estaba ayudandola a ocultar sus lágrimas.
-Por cierto, me llamo Hunter, ¿Tu eres?-interrogó.
Se apartó el pelo de la cara y buscó una mejor posición para que no le entrara el agua en los ojos.
-Day-Le vio sonreír mientras se apartaba el pelo de la cara con una sola mano.
-Encantado de conocerte Day-

miércoles, 24 de octubre de 2012

Minna

http://www.youtube.com/watch?v=WraaHF-34PE&feature=related
El trabajo se acumula, llegan las pruebas y a los pocos días los examenes, planes, cosas, lecturas,personas que no puedes ver o hacer por ello. Se convierte en una montaña increible, y no eres capaz de mirar mas allá de ello. Lo miras todo a la vez sin saber que hacer primero, y permitidme que diga, que es en este momento en los que uno necesita a sus amigas.
Esos amigas que cuando te caes, no se preocupan y se agachan para ver si estas bien, si no que se rien de ti en tu cara hasta contagiarte, haciendo que olvides l¡tanto la caida como el dolor de las heridas, esas amigas que cuando la carga es demasiado grande para que una edición de bolsillo lo aguante, se lo quitan de las manos sin preguntarla. Esas amigas que estan cerca para escuchar una retaíla de cosas que las suena a chino, que no entienden, y que posiblemente les resulte aburrido sólo por el hecho de que una necesite desahogarse. Esas amigas que cuando lloras están ahí, pero no para secarte las lágrimas y darte un pañuelo para sonarte, sino hacerte reir haciendo mil y una bobadas, para halar una vez que lo miras de otra manera.
Son esas amigas que cuando la montaña es tan grande que te ahogas, están ahí para recordarte que el camino que has escogido nadie dijo que era facil, pero que si puedes conseguirlo. Cuando preguntas ¿Por que? La respuesta es simple, por el simple hecho de que confían en tu fuerza para conseguir lo que te propones. Y por recordarme este tipo de cosas, las doy mil y una gracias.


 Gracias por estar ahí cuando mas lo necesito, por preocuparos por ese pequeñito miko que hace muchas tonterias a vuestro lado.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Entre las páginas de un libro.

Hace poco me preguntaron si volvería a escribir, si lo retomaría. Cuando me lo dijeron, pensé que no se me ocurriría que escribir, pero me e dado cuenta de que no tengo que decidir sobre que escribir. Después de todo, eres tu quien decide lo que poner: tus pensamientos, algún recuerdo, tus sueños, tus historias. Es curioso el escribir. Ya que parece que no cuesta nada,es simplemente tener una idea de ponerse a ello, pero en realidad, deben ocurrir muchas cosas para que esa idea se convierta en una historia, y ya no te digo en un libro. 
Para empezar, los personajes. Esas personas que os imagináis mentalmente según al descripción que se hace de ellos. Hay muchos tipos diferentes, los malos, los buenos, los que no se deciden. Es bastante sencillo hacer que se odie a un personaje, lo realmente difícil es que te agrade, te guste y lo acabes queriendo, hasta el punto de que si llega a desaparecer en la historia del libro, acabes llorando de rabia mientras lees esos últimos instantes, suelen ser los mas cortos, y normalmente siempre nos enfadamos con el autor, pero ¿Acaso crees que a el no le cuesta hacer lo que hace? Son sus personajes después de todo, él o ella les a dado forma, han pensado en sus gestos, sus expresiones, que están descritas al detalle intentando que lo imagines igual que ellos, sus habilidades, sus encantos, su carácter.  Han ido cambiando cada  aspecto hasta convertirlos en quienes son, los quieren incluso mas que los lectores.
Entonces aquí vienen las preguntas "¿Por que acaban con ellos? Si les quisieran tanto no se los cargarían" Esos no son argumentos válidos, por un motivo muy simple. Los finales de los libros, hay quienes los prefieren cerrados, otros abiertos, y otros que les explique que pasa con cada personaje detalladamente hasta el final, que no quede nada a su imaginación. 
Y por supuesto, otra de las cosas mas importantes de las historias a las que no se les da la suficiente importancia. Los escenarios, en otras palabras, las ciudades ¿Cuantos de nosotros no hemos soñado con esos lugares? ¿Cuantas veces hemos deseado encontrarnos en esos lugares? ¿O los poderes o maravillas que se describen en ellos? Por que yo al menos si, y un montón de veces. Son igual de importantes que los personajes.


Hay ocasiones en las que estas estresado, triste, o simplemente aburrido, en los que un buen libro te atrapa entre sus páginas sin posibilidad de salir de él. Tu mente baga junto con las líneas de libro a ese lugar, el cual, para ti será el mas increíble que hayas conocido nunca, al menos durante esos momentos....

sábado, 26 de mayo de 2012

Esos pensamientos sin sentido

La familia, los amigos cercanos y los que no lo son tanto. Son cosas a las que damos muy poca importancia hasta que estamos lejos. Tan lejos que no podemos alcanzarlos con las manos. Nos desesperamos, nos deprimimos y nos ahogamos en un vaso de agua por que pensamos que se olvidan de nosotros, que no nos echan de menos, que cuando hablas con ellos es como si no te hubieras ido. Nada mas lejos de la realidad. 
Se acuerdan de nosotros con cada detalle, cada momento, cada sitio en los que emos pasado buenos momentos juntos. 
Normalmente, cuando alguien se va piensa que va a perder todo lo que es importante para el, sus amigos, su "nueva" casa, la ciudad en la que ha estado todo ese tiempo, las personas que ha conocido. Todo. Siempre se piensa de la misma manera, se entristecen por algo qeu no es cierto. 
Las personas a las que han conocido se acordarán de ti siempre, te echarán tanto de menos como tu a ellos, y no te olvidarán jamás, por que la amistad es un hilo de doble sentido. Y lo mas importante, no los pierdes, ya que hoy en día hay muchas formas de mantener ese tipo de relaciones, siempre las hay. El mayor problema, no es el irse a otro lugar, el mayor problema es la sensación de pérdida, el recordar algo que crees que jamás volverás a poder tener, pero es del revés.
Piensa en lo que has vivido, en lo que has disfrutado, en esas risas, sorpresas,cenas, bailes, quedadas,actuaciones, encuentros, piensa en que has tenido la suerte de vivirlo, de disfrutarlo con la gente que te quiere y que te quiere. Eso es lo que tienes que pensar. Ya que el volver a verse es cuestión de tiempo. Si lo deseas.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Something...

 Las nubes se oscurecían sobre la ciudad. Muchos aceleraron el paso para evitar la tormenta que se avecinaba. Otros simplemente dejaban su paraguas cerca para cuando empezara a llover y seguían su camino. Observaba las gotas de agua a través del cristal del coche. Veía a toda la gente apresurarse a través del empapado cristal. Si la cosa seguía así se producirían atascos interminables. Haciendo el camino mas largo si cabe. Si se giraba podría ver el coche de la funeraria delante. Cargando a la única familia que la quedaba.
Recorría con la mano las líneas de un trébol de cuatro hojas sobre su muñeca derecha mientras recordaba vagamente las palabras de ánimo durante la misa. No merecía la pena la misa. ¿Qué haría la gente?. Entraría para ver su cuerpo durante unos instantes y saldría de nuevo por la puerta. Creyendo haber cumplido con su deber de vecino. Lo único que quería era sepultarlo a su lado. Se habían reunido ya. No hacía falta nada mas que dejarle descansar junto a su madre. Pero era una tradición irrevocable. Con su madre fue igual. El coche se paró por fin a la entrada del cementerio. Era el momento de cargar el ataúd.
El agua empezó a caer sobre ella nada mas salir. Se acercó al hoyo cuando lo bajaban. Podía sentir los ojos de todo el mundo clavados en ella, esperando una muestra de debilidad por su parte. Esperando ver una lágrima en su rostro. Estaban todos de pie allí. En silencio. Atentos a todo lo que sucedía. Sintió una mano cálida sobre la suya. Vio a una chica de pelo moreno,casi mojado, a su lado. Un mechón de pelo rubio era visible aún. Estaba mirando lo mismo que instantes antes miraba ella. Se estaban empapando. Cerró los ojos y apretó su mano con fuerza. Dándola las gracias con ese gesto. Ambas chicas siguieron de pie, una al lado de la otra. Hasta que todos los presentes desaparecieron. La ceremonia había terminado.
La morena miró el cielo sonriendo. Lentamente las gotas de agua dejaron de caer sobre ellas.
-Buen truco-murmuró mirando aún el ataúd de su padre. No se podía rellenar hoy por la lluvia.
-No es natural que en un día feliz como este llueva de esa manera-se limitó a decir.
-Cierto-era verdad que su padre había muerto. Pero ahora volvían a estar juntos. Con la mano libre agarró los cascabeles que colgaban de su cuello. Todavía se notaba el aroma de sus verdaderos dueños.
Se quedó observando el gesto de su amiga. De esos hermosos ojos marrones con pintas verdes no caía ni una sola lágrima. Se tragaba su sufrimiento para no preocupar a los demás, pero a ella no la engañaba. Eran demasiados años de convivencia como para no entender como se sentía.
-Te quedarás en mi casa esta noche. Ya está hecha la cama-comentó mientras emprendían el camino a casa rodeadas de ese halo que alejaba el agua de ellas. Sabía que su amiga no iba a discutir con ella sobre eso. Necesitaba alejarse del silencio que reinaría ahora en ese lugar por unos días. Por suerte no había nadie en la calle debido a la lluvia, por lo que pudo mantener el truco hasta que llegaron al porche de su casa.
-Bienvenidas, la comida está puesta en las bandejas. Podéis ir a comer arriba-sonrió. Su madre se comportaba como si fuera un día como otro cualquiera Y eso era lo que su amiga necesitaba en esos instantes.
-Gracias mama-cada una cogió una bandeja y la subió.
-Cambiaros de ropa antes de cenar chicas.-gritó su padre desde el salón cuando las vio pasar. La morena le ofreció la ropa que se había olvidado la última vez que había ido a su casa. No se molestaron en secarse el pelo antes de cenar. No iban a coger un resfriado si no lo habían cogido ya bajo la lluvia.
-Mañana voy a ir a clase-sentenció la chica de ojos marrones.
-Arika... no pasa nada si no vas un día mas-comentó la morena.
-Quiero ir. Es mejor que quedarme sin hacer nada en casa.-contentó mientras daba los primeros bocados a la cena.
-Si seria ir a clase y no hacer nada.-replicó.
-Al menos veo como hacen las cosas el resto mientras no hago nada. Aun que no tendría ningún problema en no ponerme el uniforme-la morena hizo una mueca. Arika se empezó a reír a carcajadas.-¿Que ha sido esa cara Ruka?
-Sabes que prefiero mil veces los pantalones-contestó la morena.
-Si, por eso precisamente lo alteraste un pelín sin que se notara-comentó como que no quiere la cosa dejando algo en el plato. No tenía demasiada hambre.
Ruka la miró mal. Sabía perfectamente a lo que se refería.
-Vamos a dormir que mañana hay que madrugar. Llevo esto abajo y enseguida vuelvo-se las apañó para colocar todas las cosas en una sola bandeja y las bajó. Mientras Arika se tumbó en una de las camas suspirando. Le agradecía que no le preguntara como se sentía ni nada parecido.
Al volver Ruka escuchó la respiración de Arika. Se había quedado dormida antes de que volviera. Se puso el pijama y se metió en la cama. No la tapó por miedo a despertarla.